domingo, 4 de mayo de 2008

Critica Ascanio Cavallo .- Revista del Sábado / El Mercurio


Revista del Sábado El Mercurio: 20 de octubre de 2007

Angeles Negros
Ascanio Cavallo

En el año mágico de 1968, el mismo del mayo de París, los desórdenes de Berkeley, la masacre de Tlatelolco, la encíclica Humanæ Vitæ, la primavera de Praga y la ofensiva del Tet, la radio La Discusión de Chillán organizó un concurso de bandas musicales cuyo premio principal sería la grabación de un single de 45 revoluciones. Una de las rarezas fue que muchos de los competidores procedían del pueblo de San Carlos, incluyendo a los ganadores, Los Ángeles Negros.


Entre 1968 y 1974, los años de más intensa infatuación revolucionaria en la historia de Chile, Los Ángeles Negros realizaron su propia pequeña y secreta revolución. Integrando el sonido funk con los instrumentos del rock y los temas de la balada y el bolero, hicieron irrumpir el gusto de las clases populares y regionales en los acomodados cánones de la gran ciudad. Es un hecho extraordinario de que los DJs de la época sólo comenzaran a prestarles atención después de que arrasaban en Perú, Ecuador y México.

Los Ángeles Negros abrieron las fronteras musicales de varias generaciones posteriores (cf. Los Prisioneros y Los Tres), fueron imitados en muchas latitudes, desde Vikki Carr hasta Beastie Boys, desde Raphael hasta Celia Cruz, y dejaron en la memoria colectiva un puñado de temas entrañables: Como quisiera decirte, Y volveré, Tú y tu mirar… yo y mi canción, El rey y yo, Murió la flor, El tren hacia el olvido, Tanto adiós.

Otra cosa es si sus protagonistas estuvieron a la altura del fenómeno que representaron. Este documental los registra, más de 30 años después de una disolución evidentemente inducida por la codicia individual, viviendo todavía de los fantasmas de sus días de gloria. Mario Gutiérrez, fundador, guitarrista y dueño de la marca, tocando en ferias rurales de México. Luis Ortiz, baterista, con su grupo Los Ángeles de Chile en los pueblos latinos de California. Jorge González, tecladista, a cargo de El Sonido de Los Ángeles, en locales de segunda de Santiago. Nano Concha, bajo, dueño de una disquería de recuerdos y de un santuario privado donde oye interminablemente su música. Y el egótico y notable Germaín de la Fuente, sin cuya voz la revolución no habría sido posible.



Pachi Bustos y Jorge Leiva, autores de la sorprendente Actores secundarios, vuelven a trabajar sobre un material casi secreto, tectónico, al borde del olvido. Se internan de nuevo en un fenómeno con inusitadas complejidades personales, sociales y culturales, y conservan el temple para guardar distancia, sin opinar y sin cargar las tintas, dejando que el material despliegue toda su elocuencia. A ratos se tientan con algún toque humorístico en el montaje, pero la mayor parte del tiempo mantienen la disciplina para contar una historia estructurada con inteligencia, sin ceder a las tentaciones del mosaico o el pintoresquismo.

El resultado es una hermosa película de tono menor, antiespectacular, más cercana al corazón de lo verdaderamente popular (y no lo que la ideología define como "popular") que a la épica del éxito, una película destinada a perdurar precisamente por la generosidad con que rescata algo que está a punto de esfumarse.

ÁNGELES NEGROS
DIRECCIÓN: Pachi Bustos y Jorge Leiva.
DURACIÓN: 78 minutos.
Ascanio Cavallo.